domingo, 25 de julio de 2010

La ultracorrección

Cada cual da para lo que da; sin embargo, nos empeñamos en parecer lo que no somos y creemos que el citado esfuerzo nos otorgará ante los demás una imagen intelectual y social lejos de toda duda (más que finos, seremos fisnos).
En este ámbito se sitúa la ultracorrección lingüística. Para muestra un botón:
En un conocido programa de la televisión local, una intrépida reportera entrevistaba a una señora en la Feria. Su marido, con la nariz un poco colorada, ocupaba un discreto segundo plano. La chica hizo las preguntas pertinentes, y en un desliz de cortesía negativa, inquirió:
- ¿Su marido...se habrá tomado unas copitas, verdad?
- Senorita, por favor, mi marido siempre está ebrio.
La buena señora quería manifestar que su marido no ingería alcohol; sin embargo, por su deseo de ser refinada, metió la pata. Si se hubiera limitado a un niña, que mi marido no bebe, pues no habría pasado nada.
(Continuará...)

8 comentarios:

Juanma dijo...

Y si hubiera dicho mira, guapa, que mi marido no bebe y yo me voy a cagá en la madre que te parió lo habría bordado del todo.

Un abrazo.

Las hojas del roble dijo...

O algo así como "Shosho, que mi marido no es un borracho"...
Un abrazo, Juanma

José Miguel Ridao dijo...

O también, con más valentía: "¿Qué quiere, hijalagranputa, que venga a la feria a bebé Bezoya?" Y la reportera sin saber dar premios...

Un abrazo bezoyero.

Y el Juanma que sigue con las cursivitas...

Las hojas del roble dijo...

Joé si los diera, Ridao

El alegre "opinador" dijo...

Y la señora tan contenta. Lo mejor de la ultracorrección es que, normalmente, quien lo dice no sabe de verdad lo que ha dicho.
Un abrazo.

Las hojas del roble dijo...

Menos mal que nolo sabe la pobre,Opi

Juan Carlos Garrido dijo...

A lo mejor tenía razón la buena señora y el marido siempre está achispado.

Saludos.

América dijo...

Asumo que lo dijo con tal seguridad y talante tan ultra que todos entendieron.
ajaja...
Abrazos de ida y vuelta.