domingo, 18 de mayo de 2014

Vida en cuatro vientos


VIDA EN CUATRO VIENTOS


OESTE, primavera perfecta y sin certezas
en el parque simétrico de la niñez:
un naranjo y dos azahares prendidos.
El abuelo, desorientado,
se asusta de tanta vida.
Gana la luz, se apaga el aire
y no nos queda más
que empezar la ronda del tiempo.


SUR, verano o juventud:
las tonsuras de los campos
sirven de lecho improvisado
a los amantes,
que sacan simiente
de la semillas incorruptas de su silencio:
besos mojados
y apretar la cintura hasta romperla.


ESTE, otoño que pisa y acaricia
rastros de hojas de roble,
secos de madurez y teñidos
de señas inequívocas del tiempo.
Hoy el cielo está arrugado,
como las manos llenas de lluvia
que luchan por no resbalarse.


NORTE, invierno o aliento amargo de la vejez.
Soñábamos madrugadas entre besos
que el tiempo jamás borrase.
Nuestros cuerpos,
jóvenes y lisos,
se unirían con la turgencia y la humedad
de un trozo de fruta fresca.
Ahora bebemos copas con secos besos de frío,
y  tenemos la inevitable manía
de apartar la vista del reloj.