Curioso sentimiento el de la amistad:
el que tiene un amigo tiene un tesoro, y los tesoros, como los amigos, los vamos encontrando por el camino sin querer, de una manera absolutamente inesperada, porque descubrimos un mapa oculto en una botella, la quebramos y se nos ofrece a la vista un plano de situación...
He conocido a muchos amigos en mi vida, pero últimamente han surgido de una manera diferente: nadie me los ha presentado ni hemos coincidido en ningún bar, fiesta o sarao; simplemente, todas las mañanas, al encender el ordenador, estaban ahí, contándame sus cosas y yo las mías. En estos meses hemos pensado, reído e incluso llorado alguna vez juntos, y eso es hermoso, y me gusta, y el disfrute de su amistad me ennoblece.
Todo comenzó cuando
Juan Antonio, uno de mis hermanos, me propuso que me tomase en serio esto de
Bloguilandia. Pocos días más tarde, otro de mis hermanos,
Miradme, me insistió en la idea. De estos dos individuos no puedo decir nada que no se sepa: el primero es un artistón todoterreno y el segundo es una de las personas que han hecho realidad el concepto de prosa poética. Los adoro (pero sin mariconeo, eh)
Tiempo después llegaron otros amigos, que en orden de aparición en mi recuerdo son:
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Octavio(Solo la mar): un guarrete sin visos de arreglo. Escribe como le sale de la punta y lo quiero desde hace muchos años, porque es mi amigo.
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Fernando(Váyase mucho al carajo): es un figura. Pocas personas conozco con su fina inteligencia y su ácido sentido del humor. Siempre me ha resultado un tipo muy muy interesante.
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Juan Carlos (Sombras Chinescas): algún día lo contratarán como polemista político en TV, aunque lleva un camino más que llamativo ganando premios y
accesinándose. Un ingeniero escribiendo, chapeau.
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Juanma(Olvidos y recuerdos). Con él hemos vivido muchos de los episodios más emotivos de este leve recorrido. Muy buen escritor y mejor tío, sin duda.
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Lucena(Culito de rana): tipo de empaque castellano, pero de fina sensibilidad lírica, taciturno como yo. Buen amigo.
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Javier(La vida al filo de la espada): nos ha hecho pensar en muchas cosas que nunca nos habríamos planteado: el fino acero de su pluma haría las delicias de cualquier agencia de publicidad, pero de las buenas. Lo controvertido de sus planteamientos me agrada. Lo considero un amigo, y así me lo ha demostrado.
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Cotta(Los días de mis noches): malagueño saleroso (como decía mi abuela). Me parece un figura. Aparte de ser un escritor prolífico y refinado, seguro que alguna vez ha besado a las musas en el Parnaso o en Canora.
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Ridao(Por estos andurriales): tiene la fuerza de un elefante en una cacharrería y parece que se va a comer el mundo, pero es un auténtico artista (en el sentido estético y en el personal), lo que pasa es que él aún no lo sabe.
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Ale(Desde mi ventana). Desde la saetera de su castillo ha sabido transmitirnos el perfeccionismo, el gusto por el trabajo bien hecho (no le falta un pimiento). En él he redescubierto a un amigo y a un poeta.
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América(Mi espacio flamenco): sabe más de cante y baile que un parroquiano de Triana. Aprovecha los datos con una pincelada artística envidiable. Me parece un encanto, una señora, y me gusta hablar con ella.
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Yuriko(La isla del despertar): nuestra japonesa amiga de Cervantes nos encandila con su elegancia oriental. Siempre tiene palabras amables y por eso le tenemos una mezcla de admiración artística y amistad.
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Capitán(El palenque del eximio capitán Lanzaenristre): eximio como pocos. Me parece un tipo extremadamente inteligente y con unas posibilidades literarias acojonantes.