Esta preciosa foto de mi amigo, el poeta Ramón Simón me inspiró.
Quique era un niño de carácter difícil y tenía problemas para ajustarse a las normas que le querían imponer desde su casa y el colegio. Pese a las constantes recomendaciones de sus padres y profesores, el díscolo joven no cesaba de meter el pie donde no debía , ni de crear problemas por doquiera que iba.
Cierto día, llegó al colegio un nuevo profesor de Gimnasia, don Eligio se llamaba, que revolucionó el gallinero de la sala de profesores y tenía a todo el mundo pendiente de lo que hacía o decía. Quique hervía de celos porque estaba acostumbrado a llamar la atención constantemente.
Por eso, decidió enfrentarse a don Eligio con una chulería impropia de su edad. Pero lo que desconocía Quique era el secreto del éxito del nuevo profesor: ¡era mago!
Una mañana, el profesor, harto de las bravuconadas de Quique, lo convirtió en lápiz y, junto a Raúl, su segundo de a bordo, lo depositó en un viejo vaso en el que los escolares guardaban los pinceles de acuarela. Desde entonces viven allí los dos, siempre sonriendo por si alguien les hiciese caso.
10 comentarios:
Muchas gracias, Julio, por elegir una fotografía de este humilde servidor.
Un buen cuento, y según comenta mi novia Carmela se queda corto( el otro día leí tu cuento de papel en casa ).
Un abrazo.
Buenos dias Julio.
Buen comienzo de semana,me ha encantado el cuento,la fotografía y el texto fabuloso,ya quisiera uno que otro tener ese poder...
De miedo no solo para niños perversos también para uno que otro adulto.
Abrazos repartidos de ida y vuelta!
Je, je, si pudierais llenabais los profes tres o cuatro lapiceros...
La solución del descalabro en la ESO va por ahí: profesores magos, niños perversos convertidos en lápices... Es la solución más creíble y esperanzadora que he escuchado nunca para la juventud LOGSE y LOE... y lo digo muy en serio.
Un Saludo
Mañana me cuentas cómo lo consigues, Eligio... perdón Julio.
Para mí lo mejor no es el texto, que es muy bueno... valoro tu acierto al darte cuenta de la cara de travieso que tiene ese lápiz.
Muy buena tu mirada, la de Ramón y el objetivo de su cámara.
Un abrazo a los tres.
Gran poeta e interesante prosista (cuentista, en este caso).
Saludos, Julio
Iba a comentarte sobre el cuento y me he quedado acojonado con el comentario de Rivero. ¡Qué susto! ¿Mira que si es esa la solución?
Un abrazo.
Iba a hacer falta un tarro muy grande, y no sólo para niños.
saludos.
En lápiz convertía yo a más de uno y de una ;D
Pero blando para poder rascarte la cabeza con él...
Me acuesto ya que estoy delirando.
Besos desde la RIT (República Independiente de Triana).
Me parece que si tuviésemos esos poderes el colegio estaría de lápices hasta el techo. Je, je, je.
Creo que el cuento es la manifestación de un deseo de quien lo escribe...
Un abrazo.
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