Hoy he ido, como tantas otras veces, a comprar aceitunas. Hoy, como tantas otras veces, ha vuelto a ocurrir (para regocijo del respetable, que bien que se regocija, ríe y descojona): en cuanto me acerco al carro donde el aceitunero expone los frutos de su honrado trabajo, comienzo a babear como un perro. No os podéis imaginar a qué punto llego; la boca se me hace literalmente agua, me parezco a los perros boxer que tantísimo asco me daban de niño. Pero, en fin, son las inexplicables respuestas de los seres humanos ante los estímulos: como el perro de Pavlov, pero con estudios.
Altarcitos y privilegios
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Es un privilegio entrar en casa de alguien siempre. Y así lo tengo, por
privilegio.
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Subimos a casa de I., su piso soleado, la luz entrando con tod...
Hace 5 días
6 comentarios:
Y eso que al de Pavlov no le daban aceitunas cuando sonaba la campanilla, Roble.
Ya nos invitarás.
Con o sin estudios se babea ante tan jugosa vianda.
un abrazo, Julio, y gracias , ya sabes.
Las aceitunas están ahora en su mejor momento, pero que no estén amargas.
Yo soy de los pesaos que prueba todos los tipos de aceituna y acaba escuchando el despliegue teórico del experto. Hasta que no me ha convencido no compro.
Un abrazo
Si las aceitunas logran eso, imagino lo que hará un Joselito.
Salud.
Ojú Julio, vaya temita hijo.
Conmigo lo tendrías de miedo, no puedo ni verlas.
¡Que asquito, joé!
Saludos, pero con chochitos por favor.
Otro día cuenta cómo babeas ante otras visiones...
Un abrazo, hermano.
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