Yo, que no me suelo meter en política pero sí en cuestiones humanas o sociales, me siento en estos últimos días preocupado por Sofía, una mujer que aunque griega, reina de españoles, madre de españoles, abuela de españoles.
Ella habría comentado a la escitora Urbano su desaprobación hacia las celebraciones del día del orgullo gay y también habría reflexionado sobre la naturaleza del vocablo matrimonio aplicado a la unión de personas del mismo sexo.
Coño, que opinó de una manera contraria a lo políticamente correcto y un líder mediático dijo que estaba insultando a una porción significativa de españoles (1), que la reina no puede opinar, hombre...
Jose Luis Rodríguez sí opina sobre temas de actualidad que pueden ser polémicos y nadie le dice nada (cállate en razón de tu cargo, o algo así) porque está en la onda.
Si Sofía, la mujer, no puede opinar, apaga y vámonos; le diseñamos un precioso burka para la corona, y, al carajo. Aquí nadie puede hablar ¿Hasta qué punto hemos llegado?
(1) Me pregunto si cuando esta gente se viste en las manifestaciones de júbilo cromosómico de monja con el pecho fuera o cura morreándose con arcipreste no se ofende a una amplísima mayoría de los españoles: el 80% nos declaramos católicos y aseguro que somos tolerantes (aunque no de salón, claro).
El profundo sosiego de las cosas
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En días de tribulación cuánto consuela la lectura de Séneca, el filósofo de
la serenidad, el autor, precisamente, de las "Consolaciones".
El primer auto...
Hace 2 días
4 comentarios:
El problema es que Sofía, la mujer, es también reina, y eso la hace distinta a las demás mujeres (de hecho, es su cuerpo el único -junto con el de Leticia- que tiene la capacidad de engendrar un heredero a la corona). Por ser quien es, debe tener cautela con lo que dice, y más si es una periodista del Opus Dei quien la entrevista. A mi juicio, le han metido un gol a la casa real: en los tiempos que corren, lo menos que necesita la monarquía es meterse en fregados como este.
Por supuesto que los que pensamos como ella no nos tomamos a mal sus palabras, pero es que los que no piensan como ella son, en su mayoría, proclives a la República, y esto les da alas.
Se trata de la política del "ancho del embudo". Cuanto más progre más tirano con las ideas ajenas, sean cuales sean. En cualquier, caso doña Sofía ha estado muy torpe. Las cosas de la edad.
¡Salud y República!
Bueno, pues hago mi primera entrada en este blog, dándole toda la razón a Juan Antonio, pues su pensamiento al respecto coincide con el mío propio.
Soy monárquica, fíjese. Lo eran mis abuelos, mis padres. Recuerdo cuando el Rey fue proclamado como tal,- yo tengo la edad de la infanta Elena- , era una niña como élla. Toda mi familia, de pie, frente a la televisión. Se sentía una especie de electricidad por la preocupación callada de mis abuelos, de mis padres. Ellos sabían que el Rey cambiaría el sistema, y lo deseaban.
Tiempos duros corrían en aquella época.
Quizás, con tanta memoria "histérica " estemos olvidando la memoria necesaria para evaluar una institución. Y a esa memoria histórica hay que recurrir antes de enjuiciar, esa memoria a la que están cambiando el concepto.
Saludos y gracias por permitirme el comentario.
Bienvenida a este modesto rincón en el que viejos libros hacen las delicias de los ácaros. Te agradezco tu contribución, Morgenrot.
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