Frente a una poesía romántica,
de autolísicos impenitentes
e histéricos redomados
que solo desean el dolor;
frente a una poesía erótica,
insoportable de humedades,
flujos, líquidos, y otras bilis
que exudan almas y cuerpos viscosos,
se impone la poesía del sentido común,
la renuncia a la libertad a cambio
de una buena hipoteca, colas para ir al baño
y turnos en la colada.
La vida, y ya está.
Argos
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La muerte del perro Argos en el canto XVII de la Odisea me conmueve más que
cualquier otra en el ciclo homérico.
*Así éstos conversaban. Y un perro que e...
Hace 4 días