Las opiniones de los demás nos condicionan hasta cierto punto. Afirmaba cierto sociólogo en un artículo científico que cualquier persona se pasa el 95% del tiempo de su vida hablando de la vida ajena, y yo creo que es verdad. La cuestión es hasta qué punto nos dejamos llevar por lo que los demás piensen de nosotros.
Tengo una compañera de trabajo que se autoproclamó hace muchos años mi balanza personal y siempre se preocupa por mis variaciones de peso. A mí me importa un carajo. Probablemente a ella le preocupe más.
En fin, así somos. Me gusta acompañar a los demás, no que me lleven tirando de la guita, de la cuerda de pita o del perlón.
Tengo una compañera de trabajo que se autoproclamó hace muchos años mi balanza personal y siempre se preocupa por mis variaciones de peso. A mí me importa un carajo. Probablemente a ella le preocupe más.
En fin, así somos. Me gusta acompañar a los demás, no que me lleven tirando de la guita, de la cuerda de pita o del perlón.
8 comentarios:
Discrepo con ese sociólogo. También los hay -y muchos- narcisistas, que el 95% del tiempo hablan de sí mismos. Eso sí, esos son los que más se dejan llevar por lo que los demás piensen de ellos. Y ni siquiera necesitan guita.
Mis mejores deseos para el recién estrenado blog.
Parece que hoy la cosa va de carajos...
Buenas noches Hojas de Roble.
Gran diferencia entre acompañar con la opinión y tratar de influir en el otro. Y determinante en las buenas relaciones sociales.
Saludos cordiales.
PD: A tono: América sugirió su espacio y acompañó mi gusto.
Estoy de acuerdo en que se habla demasiado de los demás y se piensa a menudo poco en ellos para bien, que no para mal. Lo de acompañar, fundamental. Al final te das cuenta que lo único de valor que vas a hacer en esta vida casi es poder acompañar, estar al lado de alguien, simplemente estar. Ya el ser lo dejas para otros. Un abrazo.
Bueno amigo, bueno.
¡Y un carajo!
De alguna manera,hay que ser impermeables a ellas,en ese sentido la gente se preocupa de los demás en la medida que son incapaces de preocuparse por sí mismos.
Un abrazo de ida y vuelta.
Allá los demás con lo que opinen, allá las opiniones de los demás.
No siempre somos iguales. A mí con veinte años me importaba mucho lo que los demás dijeran o hicieran. Hoy en cambio me importa un bledo (busco una alternativa sinonímica a carajo) lo que los demás digan.
Una abrazo, Corpes.
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