Hace unos días, acudía a una de las entradas del blog de uno de mis vituales y virtuosos amigos cuando me ocurrió algo de difícil explicación: había yo leído, como es de rigor, el post y los correspondientes comentarios y escrito mi modesta aportación al foro, cuando, como suele ser lo normal, me dispuse a cerrar la ventana para volver a mi propio blog. En ese momento, recorriendo visualmente, en microsegundos, las imágenes de los comentaristas (numerosos, como suele ser normal en el blog de J.), descubrí la cara de una joven que me miraba, digo bien, no miraba hacia delante con la expresión hierática de una arcaica y helénica Koré; me miraba a mí, a Julio.
Tras el nerviosismo, el enamoramiento o qué sé yo, vinieron la desazón, el susto y el pánico: cuando volví a abrir la ventana de comentarios ella ya no estaba allí. Desde entonces la busco en los rincones de mi memoria, pero no consigo encontrarla...Su cara me pone nervioso y ni siquiera sé cómo es.
Tras el nerviosismo, el enamoramiento o qué sé yo, vinieron la desazón, el susto y el pánico: cuando volví a abrir la ventana de comentarios ella ya no estaba allí. Desde entonces la busco en los rincones de mi memoria, pero no consigo encontrarla...Su cara me pone nervioso y ni siquiera sé cómo es.
4 comentarios:
Qué inquietante y qué buen relato. No sé, no sé si podemos ayudarte de algún modo. Si noto algo raro, alguna chica buscando, triste, enigmática, mirando a tantos sitios...prometo avisarte enseguida.
En todo caso, ¿y si aparece en tu blog comentando esta entrada? Vigila.
Un abrazo, querido amigo.
Como aparezca, me cago en el calzón (como diría Sancho...)
¿Acaso seré yo?
Cualquier día aparecerá: en otra ventana de blog, o tal vez en la ventana de una vecina, o tras los cristales de un coche en un semáforo en rojo, o tras la ventana inmaterial de tus sueños (uy, esto último parece un comentario tuto cuando te pones estupendo...). Un abrazo, Julete.
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