Ácidos de saliva de la noche,
se chocaban en esquirlas de dientes.
Impacientes como la luna añil,
se rompían la boca sin piedad.
Y los gatos, voyeuristas felinos,
maullaban sones tristes de su pena,
insolente y eterna como la sal
que nunca brotará ya de sus labios.
4 comentarios:
100% Ariza. Los adictos al producto de la casa lo agradecen.
Yo también estoy "endrogao" con estas sustancias químico-poéticas. Necesitamos más.
Gracias por los ánimos, camaradas
Me asomo por el resquicio ,como dice Alonso necesitamos más... De esta intensa poesía.
De ida y vuelta abrazos repartidos.
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