Dicen que uno nota que se va
haciendo mayor a medida que el resto del mundo se hace más pequeño. Creo
sinceramente que quienes realizan esta afirmación están bastante acertados
aunque algo abstractos: existen otros datos que pueden darnos cumplida
confirmación de que el tiempo se escapa, y uno de ellos es el número de visitas
que realizamos a la farmacia.
Mi amigo Manolo Méndez, de la farmacia de Juan Miguel Palma del Moral (en la calle Miguel de Unamuno, nombre literario
donde los haya) sabe mucho de estos asuntos y podría escribir toda una tesis
sobre el acompañamiento de la enfermiza clientela.
Hoy, a medias, como se forja la
sabiduría de barrio, con el perspectivismo propio de la experiencia cotidiana,
hemos llegado a una firme conclusión que podría ilustrar a los despistados
sobre el inevitable paso del tiempo: uno de los signos inequívocos de que nos
vamos haciendo mayores es el aumento de tamaño de las bolsas de la farmacia. No
hay más.