Con un deshidratado canotier,
signo inequívoco de quiebra
del vodevil de la vida.
Con una corbata de rayas
azulonas y grises
y un pañuelo rojo
con topos verdes,
pasea decadente
bajo el sol anciano de
la tarde (obsérvese la billante hipálage).
Ha mirado el reloj,
ya son las siete,
hora de alcohol y humo en el casino...
Oh, no, humo no...eso era antes.
Abstinencia (y no solo de los bajos), muerte en vida.
Cardo de oro
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Este cardo con sus flores de oro en mitad del yermo, imagen de lo que somos.
Seres abandonados en el desierto del tiempo con corazas de espinas que, de
p...
Hace 2 días
4 comentarios:
Ya era hora, mariquita. Qué adecuación al momento la de esta fresca decadencia (nótese el obligatorio oxímoron, y digo obligatorio porque tu verso siempre es fresco, aunque hable de decadencia).
Ea, ya no te echo más flores, que te vas a volver tonto. Ahí te quedas.
Confirmo las palabras de Fernando: lo de la hora y lo de mariquita.
Echaba en falta tus versos y tu espléndido sentido del humor.
Un abrazo, hermano.
Qué buenos amigos sois, cojones
De verdad que me ha encantado... Un abrazo.
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