Frente a una poesía romántica,
de autolísicos impenitentes
e histéricos redomados
que solo desean el dolor;
frente a una poesía erótica,
insoportable de humedades,
flujos, líquidos, y otras bilis
que exudan almas y cuerpos viscosos,
se impone la poesía del sentido común,
la renuncia a la libertad a cambio
de una buena hipoteca, colas para ir al baño
y turnos en la colada.
La vida, y ya está.
Franco revisited
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Cuando Franco murió yo era un tierno bebé de un año y cinco meses.
Siempre me pareció increíble que yo hubiera llegado a vivir un año bajo el
"régimen ante...
Hace 2 días

