Compruebo con dolor
el olor de la goma
y la goma no huele
(a pesar de ser Milán):
es un sueño,
la quimera irreparable
de una madurez no aceptada.
En los rincones de la vieja escuela,
dos y dos son cuatro, cuatro y dos
son seis…,
paseo , paseo
atado levemente por el tiempo.
Las viejas cadenas de Cronos
refrenan mi carrera acelerada
a la vigilia.
En mi sueño tengo dieciséis años
Y parécenme cincuenta.